El horrendo comienzo de mi viaje a Las Torres del Paine



Hace unos meses,a uno de mis hermanos se le ocurrió la feliz idea de invitar a mi madre de 80 años cumplidos a viajar a Argentina y Chile, con la idea de visitar a unos familiares y por otro lado por ver las hermosas montañas del sur de Chile. Cuando me enteré de su invitación, me apunté con los ojos cerrados al viaje, saliera como saliese.

La aventura comenzó antes de empezar propiamente el viaje, pues tras intentar comprar el mismo vuelo y no conseguirlo, busqué en internet un vuelo en la misma fecha, tanto de ida como de vuelta y lo encontré. Hice las correspondientes gestiones para comprarlo por este sistema y recibí la confirmación del mismo.

Me despreocupé del tema durante los meses siguientes previos al viaje y el día anterior me fui a Madrid para embarcar. Salimos juntos mi hermano, mi madre y yo en el mismo taxi para el aeropuerto. Mientras que ellos salían de la terminal 1, yo lo hacía desde la 4. Me despedí y les pedí que me esperaran en el aeropuerto de Ezeiza que era el de destino, al que yo llegaría dos horas más tarde.

Me dirigí al aparato de facturación y no encontré el pasaje a mi nombre, pero no pasaba nada, era un aparato al que me enfrentaba por primera vez y muchos otros usuarios estaban en una situación parecida a la mía, por lo que fui al puesto atendido por personal de la compañía en la que viajaba para que me atendieran.
Cuando me llegó el turno y presenté mi clave de reserva, me informaron que no tenía billete a mi nombre en su sistema. Me dieron por todo consejo, que llamara a la compañía donde había comprado el vuelo, pero como eran antes de las nueve de la mañana, todavía no había nadie al otro lado de la línea.

Podéis imaginaros mi indignación, estupor, cabreo, descoloque...

Rápidamente me puse en la cola de venta de billetes y al llegar mi turno, me informaron que había billete en clase preferente, al precio de más de dos mil euros para ese vuelo, precio que superaba en mucho mi presupuesto. Amablemente, el vendedor me informó que en la ventanilla de otra de las compañías que volaban a Argentina habían billetes a mejor precio, en la terminal 1, pero que me diera prisa pues el vuelo partía en poco tiempo.

Podéis imaginaros mi esperanza, mi sudoración, mi excitación, mis nervios...

Finalmente obtuve billete, salí antes que ellos, que me estaban ya esperando en la sala de embarque y fui yo quien les esperé en Ezeiza. Menudo comienzo.

Bueno, todo esto viene a cuento de mi viaje a Las Torres del Paine en Chile, de donde es la foto que he subido para ilustrar este post y que como veis es un sitio digno de visitar.

El aire es límpio, la vista inmejorable. La foto está tomada al final de la carretera norte que recorre el parque nacional de Las Torres del Paine, junto a un camping. Ese día el viento era un poco más flojo que el día anterior, que había soplado a una velocidad de más de 200 km a la hora y que había destrozado la ventanilla trasera y los retrovisores de nuestro coche de alquiler, en una perdigonada de piedras.

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