Felicidades Helena, menuda celebración



Ayer fue el santo de mi hija Helena. (ver foto para conocer a Helena)
Pocos regalos recibió, unas chanclas (usadas), y un paseo por la tarde a la playa del Postiguet con posterior parada en un restaurante justo al lado de la playa.

Primero quiero explicar lo de las chanclas usadas, que parece que suena muy mal, pero tiene su explicación. Belén le había comprado las chanclas en cuestión, y las tenía reservadas para la ocasión. En esto que recibimos la visita de una amiga de Belén, de Carolina del Sur, Sela, fruto de su estancia en USA los dos años pasados. Y resultó que precisaba de un calzado acorde a la estación veraniega y que no traía en su pequeña maleta, así que pidiendo permiso a Helena, Belén prestó las chanclas a Sela.

Pero esto, que daría para un buen post, no es mi objetivo de hoy.

El caso es nuestra visita al restaurante que hay al lado de la playa, con una buena vista, una terraza a la vera del mar, moderno, nuevo, en una zona de paso muy concurrida.
Era la primera vez que decidía sentarme en su terraza y lo hacía con mis dos hijas menores y mi mujer. Miramos la carta y decidimos pedir unas Tostas que tenían muy bunea pinta. Dicho y hecho, cuando vino la camarera solicitamos la bebida y lo que habíamos elegido cada uno. Al rato, nos llega con la bebida y nos dice que no hay tostas, que se han acabado.

Bueno, como pensamos pasar un rato sentados decidimos pedir unos bocatas que también tenian buena pinta, con cebollita caramelizada, varios tipos de lechugas, rodajitas de tomate..., una hamburguesa y una ensalada.

Pasó tiempo, bastante como para empezar a pensar que no era normal lo que estaban tardando, y cuando al rato decidí protestar y avisar a la camarera mi hija Belén me calmó diciéndome que ya lo veía por el ventanal y que estaban a punto de traelo.
Trajeron la ensalada, los dos bocadillos y la hamburguesa. En la carta indicaba que tanto los bocadillos como la hamburguesa venían acompañados de patatas fritas. Las patatas no estaban por ningún lado y le pedimos explicaciones a la camarera.
Nos informó que se habían acabado y que por ese motivo los bocadillos iban más suculentos, cosa que no parecía del todo verdad y que no justificaba el que no nos hubieran advertido de la circunstancia.

En vista de que la situación se le iba de las manos, se marchó y avisó a otra persona, que al parecer era el encargado o algo así y nos estuvo explicando los problemas internos que estaban teniendo en la cocina, que si las Tostas sólo las hacían por la mañana, que no les funcionaba la freidora, que era lunes y estaban desprovistos de material, que tenían actuaciones por las tardes diferentes todos los días, y mientras tanto enfriándose todo, la hamburguesa, los bocatas y la bebida calentándose.

Para paliar el desaguisado, nos invitaban a una copa de cava que no habíamos solicitado y que sin mediar palabra nos pusieron en la mesa.

Yo miraba hacia adentro del restaurante y me alegraba de no haber entrado como me había indicado la camarera al llegar, que claro, era nueva según el encargado y no había sabido atendernos como debía. A saber cómo estaban cenando los clientes. Cuando le dijimos que no había en el bocadillo la cebollita caramelizada, ni los distintos tipos de lechuga, ni las rodajitas de tomate, ni las salsas para la hamburguesa, puso una cara muy compunjida y dijo que eso si que era preocupante y que iba a la cocina a averiguarlo. Resultó que la persona que en ese momento estaba haciendo los bocadillos, no solía hacer ese tipo de trabajo y que tal vez se le había pasado.

Nos fue contando de esta guisa una milonga detrás de otra y optamos por no arruinar nuestro festejo y beber y brindar con la copa de cava que tan amablemente nos había traído el destino.

Felicidades Helena, menuda celebración.

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