CRONICA 11ª VIAJE A BOSTON Y N.Y. DOMINGO DE PENTECOSTÉS, 31 DE MAYO DE 2009





Que no penséis que me se lo de Pentecostés por un año que pasé en el seminario. No, que lo pregunté a los sudamericanos que estaban en San Patricio celebrándolo como ya conté en la crónica anterior. Pero ya sabéis, cuantos más datos tiene uno en la cabeza, mayor número de detalles puede aportar y poco a poco van construyéndose las ideas.
Quién sabe si alguien algún día me escribe algo y me nombra lo de que hoy es domingo de Pentecostés. Seguro que viene a mi mente ese día pasado en Nueva York. Ese domingo del año 2009 fui a un oficio de la Friendship Baptist Church, en busca como muchos otros turistas que vi por Harlem perdidos y buscando como descosidos una iglesia donde meterse para vivir la experiencia de la música gospel. Vamos, que ni locos se nos ocurre aquí en España ir preguntando a la gente que hay en la puerta de una iglesia si hay oficio ese día, como nos pasó a nosotros. Íbamos con dirección y todo. Nuestros amigos Sara y Rogelio, -que gusto nombrar a los amigos-, nos habían dicho que unos años atrás, exactamente dos, ellos habían estado en una iglesia y tenían todavía el folleto que les dieron. Muy amablemente nos dejaron, además de ese folleto, un montón más. Pero de todos ellos solo elegimos ese, pues nos contaron que no era una Church para turistas, que era más familiar, y allí que nos dirigimos. Como digo, había en la puerta un par de señores a los que preguntamos por la citada church y nos dijeron al enseñarles el folleto, que hacía un par de meses que se habían ido de allí, y que ese domingo, en esa iglesia no había oficio. Os podéis imaginar la decepción, nosotros que habíamos decidido cambiar el día de salida de casa de los Lorber por este dichoso oficio, pues nos resultaba muy engorroso el tema de las maletas. Teníamos que ir a Manhattan y dejarlas en una consigna, y luego volver a Harlem a toda prisa para no perdernos el oficio de las 11. Además, llevaban un par de días (en los ratitos que nos veíamos) diciéndonos que nos quedáramos a una barbacoa que querían hacer el domingo un poco en nuestro honor, con su hijo y la novia.
Así, que veníamos ya de dar una caminata enorme por Harlem, y empezaba a echarse encima las once y nosotros sin encontrar una iglesia donde cobijarnos. No creáis que éramos los únicos, además de unos italianos, cuatro chicas españolas estaban en nuestra misma situación, incluso se nos unieron a la charla de los dos que estaban delante de la iglesia. Desperdigados al fondo de la calle, grupos de turistas blancos, que os digo yo, que sin ir a preguntarles, sabia qué intenciones tenían. Nos habían dicho que tal vez en aquella dirección había una iglesia que ... total, que tras dar las consignas a las españolitas despistadas, nos fuimos a buen paso en busca de la church.
Los italianos cruzaron de acera, las españolas también y otra vez solos fuimos caminando con los ojos bien abiertos, no fuera a pasársenos una negrita bien vestida y a poder ser con sombrero de ala ancha. Ese era un signo inequívoco de buena misa. Mira que no quiero decir misa porque no lo es, ahí ni se sigue un rito como nuestras misas, ni se comulga, ni se bendice ni na de na. Se canta, se saluda uno, se dan avisos de los que están malitos para que los visites o los llames por teléfono, se pide dinero hasta tres veces, que te quedas helado cuando ya has echado en el cestillo cinco dólares “per cápita” (eso era lo que habíamos acordado en un cuchicheo rápido y discreto cuando vimos que se nos venía encima la señora con el cestillo) y de pronto te ves que piden para unas becas para los negritos de la comunidad, y luego otra vez, esta con los pocos hombres que habían allí, delante de todos los bancos y mirando para los feligreses no se si para ver a los que depositaban el óbolo o para indicar que esa colecta la promovían ellos.
La predicación no creáis que es algo evangélico, no. Resulta que habían matado a tiros a un policía negro y lo había hecho un policía blanco, dicen que por error. Pues no os podéis imaginar la arenga que estaba el Minister dando a las abuelitas, que me imaginaba yo que se subían la falda y de entre las entretelas se sacaban una magnun y se iban a por el primer policía blanco que se cruzara en su camino. Se metió con el cuerpo de Policía, al que quería hacer responsable de la indemnización a la familia y no a las arcas del Ayuntamiento. Que si no les habían avisado para asistir a la rueda de prensa de los medios y las iglesias, que si tal o cual, todo enfadado. Pero bueno, me he metido de lleno en este lío sin contaros como contactamos.
Entramos en la iglesia y dos especies de monjitas, vestidas de blanco al completo, zapatos, calcetines, una batita con cinturón de tela blanco y especie de flor al pecho de tela blanca, guantes blancos, y finalmente gorrito blanco, en una carita negra, cuerpo ligeramente encorvado nos recibieron. Nos colocamos en uno de los últimos bancos, pero al momento nos indicaron que nos sentáramos más adelante, ellas tenían reservado esos asientos para ellas.
Los que iban pasando nos saludaban dándonos la bienvenida y las manos. Y casi al principio del programa estaba la bienvenida a los visitantes, nos dicen que nos pongamos en pie y en esto que se nos acerca micrófono en mano un hermano y me lo da. My name is Joaquín, me salió en plan torrente de voz por ese micrófono inalámbrico. Y luego les dije, no se cómo, que venía de España. Aplausos del respetable. Le pasé el micro a Maite, que estaba a mi lado, y lo mismo. Pero el acento de Maite más dulce. Y vuelta a los aplausos. Y por fin Belén, que se explayó un poco más, pero ajustándose al guión. Más aplausos, esta vez con una intensidad y duración mayor para dar por terminada la intervención de los visitantes.
La ceremonia duró cerca de dos horas. Los cánticos no fueron nada del otro mundo. No os recomendaría ir, pero si que nos sentimos como en familia. Aguantamos por respeto, y al final salimos los primeros y sin volver mucho la mirada atrás, nos fuimos alejando. Y os digo el por qué. Resulta que al principio, antes de la ceremonia, Belén recibió una llamada por el móvil y salió para atenderla. Cuando estaba hablando, una ráfaga de aire le levantó la falda y se quedó como Marilyn pero boca abajo, es decir, con la falda haciendo un ángulo de 180 grados con el suelo. Esto lo vio una de las mandamases de la church y le recriminó diciendo, que no era navidad y le había hecho un regalo así de grande, y marcó con las manos el tamaño, exagerando, del trasero de Belén. No quedó ahí la cosa, cuando entró la señora, se dirigió a nosotros y en inglés volvió a repetir su retahíla y nos tememos que también se lo contó al reverendo, pues al final del acto, sin venir en el programa, nos arengó arremetiendo contra la poca decencia de la juventud, y vimos a Belén abrocharse hasta el último botón de su vestido, pues era ella la que mejor entendía el contenido del sermón del Rev. James A. Kilgore. Los cánticos, han sido dirigidos por una organista de color blanco y acompañados por un batería de color negro. Durante los sermones puedes decir palabras de ánimo o de asentimiento con lo que dice el ministro, a voz en grito para que todos te oigan bien, y puedes interrumpir con aplausos el sermón, con mucho énfasis a poder ser, seguro que hay un nutrido grupo que te acompaña y no te deja solo.
Cuando nos montamos en el metro, leímos que daban $10.000 a quien diera información sobre el paradero de la persona que había disparado al policía de N.Y. Días más tarde, leímos que se había entregado el policía.
En esta crónica me he extendido sobremanera con la "misa gospel", pero seguro que en vuestra mente habéis recreado un poco cómo fue, os faltan datos como la entrada de los coros por el pasillo con baile incluido, o cómo en algunas ocasiones, jóvenes muy bien vestidos acompañaban muy elegantemente a las señoras mayores a sus asientos, o como se iba moviendo el coro, o el énfasis del predicador, todo ello ha quedado en nuestras retinas y me gustaría que vuestra mente fabricase, con todos estos datos, algo parecido a lo que yo he vivido, mi objetivo se habría cumplido.
No me extiendo mucho más. Esa tarde tuvimos cena en casa de los Lorber, unas costillas de cerdo bañadas en cerveza y con más de cuatro horas de horno. Unas mazorcas de maíz pintadas con mantequilla y buen vino. De postre pastel de arándanos, fotos, buena conversación y promesa de volver algún día y de recibirlos en nuestra casa pronto. El hijo se fue pronto, y nos quedamos charlando un buen rato. Como de costumbre, se fueron pronto a dormir, pues el lunes trabajaban temprano, así que nos despedimos.
Ite misa est.